EL CAMINO DEL DIÁLOGO HACIA LA INTERCULTURALIDAD

En el concierto de la historia de Latinoamérica, el hecho trascendental de escuchar y conocer la cultura del “otro”, del europeo y del americano, puede ser la reunión concertada a inicios del siglo XVI entre el inca Atahualpa –líder del antiguo Tawantinsuyo- y Gonzalo Pizarro, colonizador ibérico, allá en Cajamarca en el actual Perú. El rey inca asistió a la plaza central acompañado de sus amautas (sabios, sacerdotes), de su cuerpo de honor y un séquito de seguridad; mientras que el conquistador español hace presencia en la plaza con sus edecanes, soldados y capellanes. La historiografía universal se ha encargado de registrar este acontecimiento como signo que marca el desbalance que caracteriza el proceso histórico, el orden socio-económico, cultural y la gobernanza, hasta la actualidad.

La búsqueda de opciones concretas, factibles y de bien común, es una tarea ardua y que demanda de mucho esfuerzo y sacrificio. Y encontrar unos canales de comunicación se convierte en una necesidad impostergable de aprendizaje de la sabiduría y experiencia del “otro”. Lamentablemente, “los medios de comunicación se han encargado de difundir criterios o ideologías de opresión que han penetrado en el interior del hombre de la ciudad y del campo, de los civilizados, y aún de lo que consideramos como marginados de la civilización (Proaño: 1975; 68).

Siguiendo la doctrina espiritual de Paulo VI, Paulo Freire y Chiara Lubich, se puede señalar las siguientes condiciones como requisito indispensable para un diálogo auténtico:

  1. El diálogo debe realizarse entre sujetos. Uno y otro deben aspirar a ser más y ayudarse;
  2. El diálogo debe ir en busca de un tercero, que para el cristiano es Cristo. Y para el no cristiano sigue siendo el mismo Cristo, como verdad, aunque no conocido por la revelación;
  3. Paulo VI habla de la claridad y dice: “el diálogo supone y exige la inteligibilidad, en un intercambio de pensamiento; es una invitación al ejercicio de las facultades superiores del hombre”;
  4. Humildad: “No hay diálogo, si no hay humildad”, dice Paulo Freile;
  5. Fraternidad: Respeto y valorización de las diversidades, cooperar en la construcción de un mundo más unido, impulsados por la oración de Jesús al Padre “para que todos sean uno” (Jn 17,21): Chiara Lubich;
  6. Fe en el hombre: Se trata de una disposición previa a creer en el hombre antes aún de hacer cualquier experiencia;
  7. Amar al mundo y al hombre: La Fe en el hombre, lo mismo que la Fe en Dios no puede estar separada de un auténtico amor, lo mismo que la Fe en Dios trae consigo el amor a ese mismo Dios (Idem.: 76).

Evidentemente, las propuestas para mejorar y transformar las condiciones de diálogo han sido permanentes y beneficiosas como lo manifiesta la Encíclica Laudato si’, que en su parte introductoria señala: “El desafío urgente de nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral” y al referirse a una comunión universal: “… debe preocuparnos que otros seres vivos no sean tratados irresponsablemente. Pero especialmente deberían exasperarnos las enormes inequidades que existen entre nosotros, porque seguimos tolerando que unos se consideren más dignos que otros” (Papa Francisco: 2015; 71)

El campesino en diálogo con la naturaleza, ama entrañablemente su tierra, y habla con ella cuando la trabaja. El runa, el indígena pide permiso a la tierra para acceder a ella. Y el vecino comunero le dice al otro cuando pasa por su predio “ñandamañachi”que en lengua kichwa signifia: “préstame el camino”.

El campo en donde germina la interculturalidad está en preparación, y se aspira que su semilla sea robusta y aflore con suficiente fuerza o vigor para levantar una nueva sociedad, un hombre, una mujer, en suma un ser humano dotado de la sabia que le facilite desempeñarse con pensamiento crítico en armonía con los factores materiales y espirituales que sus semejantes y la naturaleza le ofrezcan y aspiren a poseer en él a un auténtico guardián, de suerte que, al tenor del pensamiento del filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría: “(Luchar y subsistir) esta modernidad podría ser vivida de otra manera que la capitalista” (Serur: 2013; 16-19).

Así, en el año 2017 un grupo de mujeres y hombres afros, indígenas y mestizos, originarios de pueblos diversos de Ecuador y Latinoamérica, toma la decisión histórica de conformar una Comisión de Interculturalidad. Nos reunimos en una comunidad indígena rural de Ecuador, ubicada a pocos kilómetros del centro poblado. Allí sentados sobre una alfombra natural de totora (fibra natural lacustre), se vive la fraternidad en el grupo con la familia de la comunidad que la acoge generosamente, con los participantes de los encuentros de intercambio, con los hermanos de los pueblos a los cuales se visita, en una espiritualidad relacional plena.  Nos esforzamos por recuperar la sabiduría, los conocimientos y las esperanzas de los pueblos y culturas de la región, para contribuir a que germine la semilla del diálogo, la unidad y la fraternidad.

Autor: Antonio Males

FUENTES:

Proaño, Leonidas. Concientización, evangelización, política. Ediciones Sígueme (Salamanca, 1975)

Lubich, Chiara. Doctrina espiritual. Editorial Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2017, 39.

Papa Francisco. Carta Encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común. Roma, 2015

Serur, Raquel. En Cartón Piedra, Suplemento literario, diario el telégrafo. Domingo 10.11.2013. Guayaquil